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Lo hemos oído cientos de veces: el blanco para el pescado y el tinto para las carnes. Y ahí queda todo, como si fuera tan fácil. Sin embargo, en cuestión de maridaje, cada vez más, necesitamos tener en cuenta también otros sabores.
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Las verduras han pasado de ser guarnición de platos más sólidos, a ser ingrediente básico de muchos otros o incluso, los únicos alimentos que consumen miles de personas veganas o vegetarianas.
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Y no es cosa sencilla, porque el sabor de las verduras presenta complejidades. Constantemente se nos presentan sabores vegetales con matices metálicos, y ácidos, que hay que armonizar convenientemente, para que el resultado sea equilibrado y plenamente satisfactorio.
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Por ejemplo, los espárragos maridan a la perfección con vinos rosados, que compensan muy bien el toque metálico de su sabor y ensalzan el resto de cualidades.
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Las cremas son un mundo aparte pero combinar mejor con vinos blancos fermentados en barrica, cuya untuosidad crea afinidad con la suavidad del plato.
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Por su lado, las ensaladas suelen presentar bastante acidez, por lo que un buen vino blanco o cava será casi siempre adecuado, a no ser que se trate de ensaladas de pasta, arroz o legumbres, en cuyo caso, una buena opción será un tinto joven o incluso un vino rosado.
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En el caso de las sopas cuando hablamos de sopas de verduras, elegiremos una manzanilla o fino, con los que conseguiremos realzar sus matices. Es el mismo caso de los gazpachos.
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Pero no todas las verduras son recomendables para maridar con vino. Las habas y alcachofas tienen un sabor muy potente, que combinará mejor con cerveza.
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Como vemos, las verduras, que muchas veces han sido un mero acompañamiento de nuestro plato principal, pasan a tener un protagonismo muy merecido. Tanto es así, que merece la pena invertir un poco de tiempo en encontrar el vino más idóneo. El perfecto.
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Fuente foto: supermercados mas