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En abril... ¿aguas mil?

La lluvia y la vid se llevan bien. Como cualquier planta la vid necesita de la lluvia para vivir pero es importante que esta se produzcan en el momento adecuado. El mejor momento es en otoño e invierno, cuando la planta está en reposo, porque es entonces cuando el agua le favorece y se acumula creando una reserva hídrica de la que poder tirar luego en épocas calurosas si la lluvia escasea. Y mejor que sea así porque la lluvia en primavera lo mejor es que sea escasa.

Llega el mes de abril y a principio de la nueva estación las temperaturas son cada día mas calurosas y la planta ya ha brotado. Si ahora, con esas temperaturas, llueve en exceso lo que puede suceder es que las condiciones sean las perfectas para que la vid desarrolle las temidas enfermedades del mildiu y el oídio. Las condiciones necesarias son la “regla del 10”: brotes de más de 10 cm, lluvias de más de 10 mm, y temperaturas de más de 10 grados. Por eso en Abril ¡cuidado! porque ambas plagas empiezan justo en este mes a tener su caldo de cultivo ideal dando lugar a hongos que afectarán primero a las hojas de las plantas para luego atacar el fruto y pueden acabar con la calidad y cantidad de la cosecha.

Para evitar estas enfermedades la mejor opción es prevenir y airear la planta para si llueve mucho evitar se acumule humedad con calor. Plantaciones cara al viento dominante, poda en verde para el clareo de hojas y mejor circulación del aire, apostar por ciertas variedades que son mas resistentes a la enfermedad y controlar el abono nitrogenado son técnicas de prevención muy importantes para evitar su aparición y no tener que recurrir a tratamientos agresivos con fungicidas.

Si la enfermedad aparece lo importante es tratarla a tiempo, de ahí que la primavera sea una época delicada en la que el viticultor mira al cielo, controla el calor, teme a la lluvia y vigila sus rosales. ¿Te has fijado que en muchos viñedos hay rosales al comienzo de las hileras? Es precisamente para el control de estas plagas porque el rosal, como planta mas delicada, acusa antes que la vid la enfermedad y da opción a adelantar los tratamientos en caso de aparición de la plaga evitando muchas veces que el hongo pase al viñedo.

Estas enfermedades llegaron a mediados de 1800 a Europa desde América y pasaron hacía final de siglo, probablemente desde Inglaterra, a la península pero son sin embargo solo una parte del problema de una primavera lluviosa porque hay otros, menos graves, pero que si afectan a la calidad. No olvidemos que cuanta más agua, mayor será el tamaño del fruto por lo que la concentración de la uva desciende. Una lluvia justa nos dará un vino fresco pero si es excesiva el vino resultará descarnado y “aguado”. Sin embargo cuando llega la primavera si el calor sube y las lluvias se moderan, el fruto será más pequeño y por tanto mas concentrado y el vino tendrá mejor base para ser más aromático y también para tener mas cuerpo, tanino, grado y estructura.

Así que en materia de buen vino por favor ya entrando en abril nada de aguas mil

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