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La palabra maridaje ya forma parte de nuestro menú de palabras y es que el protagonismo del vino en nuestra gastronomía es indudable y lo es casi desde el origen de los tiempos.
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Sin embargo, solemos tratar al buen vino como acompañamiento fundamental de nuestros platos y pocas veces como ingrediente de los mismos. A veces incluso, se puede considerar un sacrilegio utilizar un buen vino para cocinar un guiso. Obviamente, conviene elegir el tipo de vino que utilizamos cada vez para cocinar, pero un buen vino es un ingrediente maravilloso para darle ese punto de sabor extra a nuestros platos.
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El vino para cocinar debe conservarse correctamente, igual que si fuera para beberlo debe estar en perfecto estado y recordemos que no durará eternamente abierto.....
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Lo ideal es que lo cocinemos a fuego medio, ni muy flojo ni tampoco excesivamente fuerte. Y no demasiado tiempo. Lo suyo es añadir el vino como mucho 20 minutos antes de apagar el guiso, el tiempo ideal para que el alcohol se evapore pero los aromas sigan presentes.
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La cantidad la dicta el gusto de cada uno y la cantidad de salsa que queremos que nos quede. Pero si consideramos un guiso para 4 personas, con una cantidad de salsa normal, se recomienda utilizar una copita de tamaño habitual.
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El vino también puede ser utilizado para macerar. Así conseguiremos que la carne se ablande y de paso tome todo el sabor del vino y las especias. Igualmente, el vino capta sustancia de la carne, así que luego lo suyo es que utilicemos ese mismo vino como salsa o caldo de nuestro plato.
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Cada carne o pescado tiene un tipo de vino que le va mejor que otros, aunque en general, utilizar el vino como ingrediente es todavía más flexible que maridar con él como bebida. A las carnes les suelen ir bien los tintos. Y a los pescados los blancos. Sin embargo el blanco es más habitual, por su versatilidad. Y con el tinto debemos tener prudencia, ya que puede teñir nuestros platos más de la cuenta.
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Aún así, podemos aportar al guiso matices únicos y personales utilizando vinos más aromáticos y peculiares, y buscando nuestro maridaje ideal como el jerez seco, la manzanilla, vinos dulces, con más o menos cuerpo, etc.
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El vino como ingrediente puede además acompañarnos hasta el final de nuestra comida, ya que también encontramos postres basados en él. Las peras al vino, multitud de bizcochos o helados, son desde siempre muy habituales en nuestra gastronomía .
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Lo mejor de las comidas preparadas con vino, es que podemos disfrutarlas acompañándolas luego con vino también! y si mantenemos el mismo vino para ambos cometidos acertaremos especialmente. Dentro y fuera de nuestros fogones. Dentro y fuera de nuestra copa.
¡Buen provecho!
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Fuente foto: consejodelaalta