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El vínculo entre vino y religión es casi tan antiguo como la propia Humanidad. Conocemos pruebas desde 6.000 años a.C., en el Cáucaso y lo que hoy en día es Armenia, de donde pasaron a Egipto, a Grecia, Roma y al resto del mundo.
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De esta manera fue posible la expansión del vino por el mundo, utilizado en sacrificios y ofrendas, en todas las religiones: persas, fenicios, griegos, romanos, hindúes, budistas, judíos y también los cristianos. La religión agradecería está expansión conservando el cultivo de vides en abadías y monasterios, incluso en los momentos más difíciles, de invasiones y guerras.
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La religión cristiana eligió el vino como el símbolo de la sangre de Jesucristo, como lo había sido de Osiris en Egipto y de Dionisos en la Grecia antigua. Gracias a sus efectos, sus fieles se acercaban al éxtasis, un estado espiritual más elevado que la vida terrenal diaria.
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Con todos estos antecedentes, nos explicamos que el vino esté presente en casi toda la cultura religiosa y desde luego cristiana, desde la eucaristía y el cáliz, hasta la iconografía y todas las metáforas bíblicas y símbolos.
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En estas fechas, llega el momento de rendir tributo y respeto a todos los santos. Al igual que nuestra propia bodega, Santa Cecilia, rinde homenaje a la patrona de la música, estas son algunas bodegas y marcas de vino que toman el nombre de un santo:
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Es un vino color picota muy intenso y ribete rubí, cuya nariz presenta aromas a fruta madura y notas balsámicas. En boca es redondo, con un final amplio que en ningún momento llega destacar el alcohol. Presenta posos debido a la falta de filtrado al embotellar y al tiempo pasado en botella.
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La santa que da nombre a nuestra bodega también da nombre a nuestra marca propia. Un vino color picota y ribete azulado, con aromas que recuerdan a fruta roja y negra madura, bien compensada, con recuerdos de barrica como tostados, especias y ahumados. En boca es elegante, suave y equilibrado.
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Este exquisito vino chileno cuenta con finos aromas de mora y cassis, con notas de eucalipto y mandarina. Con un final largo y especiado.
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Se trata de un vino con esplendidos aromas, que se mantienen con fuerza en la boca, con buen equilibrio, amplitud y acidez.
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Estos son solo algunas marcas y bodegas, pero hay muchas más. Casi todos los santos tienen un vino que les rinde homenaje. Eso sí, no garantizamos que vayas a convertirte en uno de ellos con solo probarlos... Aunque si llevan sus nombres, no será tan mala cosa, ¿no?
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Fuente foto: anavega.com