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  • SELECCIÓN DIA DEL PADRE

Archivo por meses: octubre 2014

  • La noche de los cócteles resucitados.

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    Hay uno para cada disfraz, para cada muerto viviente. Pueden servirse en probetas, tubos de ensayo o cualquier otro recipiente que realce su aspecto maligno y oscuro. Es la noche de Halloween y los cócteles deben estar a la altura. Deben ser terroríficos.

    Al igual que ocurre con nuestros disfraces, el cóctel de Halloween necesita de toda nuestra imaginación para dar la talla.  Aunque sigas una receta, todo lo que se te ocurra para decorarlo o servirlo será siempre bienvenido. Aquí te dejamos algunas recetas y alguna que otra idea para “aterrorizar” a tus amigos.

    Poción de Brujas: Un clásico muy efectista, sin duda. Necesitas dos botellas de champán, una botella de 2 litros de soda de lima-limón, 4 litros de zumo de naranja, 1/2 litro de sorbete de naranja, un racimo de uvas peladas negras y una pizca de azúcar. Mézclalo todo en una ponchera grande y sírvelo en los cuencos más sospechosos que tengas, acompañado de una pizca de hielo seco. Eso hará que humee como una poción de verdad.

    El cerebrito: Su fama le precede y su aspecto no puede ser más adecuado para la ocasión. Se hace con vodka, zumo de limón, crema de whisky y granadina. Primero sirves el vodka con el zumo de limón y, en otra copa, la crema de whisky. Introduces una pajita en la crema de whisky y la tapas con el dedo para hacer vacío y que la crema se quede en la pajita. Luego pones la pajita sobre el vodka con limón y levantas el dedo para que caiga sobre la bebida, a modo de jeringuilla. Añade unas gotas de granadina para darle el aspecto final.


    El gato negro: En un vaso alto y con hielo, añade vodka, brandy de cereza, zumo de arándano y Coca-Cola. Luego introduce el vaso en el congelador unos minutos para que parezca helado por fuera y sírvelo  apoyado sobre una servilleta negra y con una pajita igual de oscura.

    Eclipse del vampiro: Para cada chupito de este cóctel necesitarás 15 ml de granadina, 15 ml de zumo de naranja y 30 ml de ron blanco. Primero coloca la granadina en el vaso, luego deja caer el zumo de naranja  por uno de los bordes y por último añade el ron con cuidado. Cada capa de bebida debe diferenciarse en el conjunto.

    Martini negro: para preparar este siniestro cóctel, necesitas mezclar en una coctelera  entre 80 y 100 ml de vodka negro, 15 ml de licor de frambuesa negra y hielo triturado. Luego sólo hay que agitar bien la coctelera para que todo se mezcle y se enfríe. Decorar el borde de la copa con falsa sangre hecha con sirope.

    En fin, que hay muchas formas de preparar una bebida digna de acompañar al mejor disfraz de zombie, bruja, vampiro o de lo que sea que vayas a disfrazarte. Échale imaginación.

  • El lujo que llegó del frío: el vino de hielo.

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    Es rarito, delicado y muy difícil de elaborar. Los tres ingredientes principales de todo lujo que se precie. El vino de hielo o Eiswein, en alemán, atrae cada día a nuevas y bien surtidas carteras que buscan la exclusividad y la originalidad en sus copas. Pero ¿qué diablos es?

    Bien, vayamos por partes. El vino de hielo es producto de un frío helador. De uvas que se han dejado congelar en la vid para que todos los aromas, ácidos y azúcares permanezcan concentrados durante varios días, en un proceso denominado ‘crioconcentración’ o ‘crioxidación’. Sólo se utilizan uvas de la máxima calidad, principalmente de las variedades Riesling y Gewürztraminer, y que hayan alcanzado su plena maduración en el momento adecuado.  Durante el proceso de congelación, la temperatura ambiente debe mantenerse entre los -7º y -8ª. Evidentemente, estas temperaturas no se alcanzan hasta bien pasada la época tradicional de vendimia, por lo que se corre un altísimo riesgo de que la uva comience a pudrirse y echarse a perder antes de haberse congelado.

    Una vez congelada con éxito la uva y tras el periodo adecuado, debe recogerse de forma manual, durante la noche y ser prensada con suma delicadeza mientras permanece congelada,  para extraer el jugo concentrado. De esta forma se obtiene un mosto con un alto contenido de azúcar, pero a la vez con una acidez elevada. La fermentación del vino de hielo se realiza en barricas de madera de forma lenta durante varios meses.

    Debido a sus particulares características y las imprescindibles condiciones climatológicas que intervienen en su producción, el vino de hielo se elabora casi únicamente en Canadá y unas pocas bodegas de Alemania. Y siempre en pequeñas cantidades, claro. Si no, no sería un lujo.

  • El vino de las antípodas.

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    Si las raíces de nuestras vides crecieran lo suficiente hacia abajo, acabarían por asomar en algún lugar de Nueva Zelanda. Pero allí hace mucho que tienen las suyas y, a cada año que pasa, el país aumenta más y más la calidad de sus vinos. Hoy, las islas neozelandesas han logrado producir vinos de primera línea y alcanzar altas cotas de prestigio a nivel internacional, introduciéndose con éxito en mercados como los de Gran Bretaña, EE.UU y Australia.

    Con poco más de 20.000 hectáreas de viñedo, menos de la mitad de las que hay sólo en La Rioja, cuenta con 530 bodegas repartidas en hasta 10 regiones vinícolas. La peculiaridad de sus vinos está marcada por su geografía: dos alargadas islas en el Pacífico ubicadas entre una latitud de 36º a 45º sur, que se corresponderían en el hemisferio norte con las regiones de Burdeos y Jerez., donde los viñedos se reparten a lo largo de más de 1.000 Km. de norte a sur.

    La isla norte disfruta de un clima más cálido que su vecina del sur, lo que la hace más apta para el cultivo de ciertas variedades de tinto, como la Merlot y la Cabernet Sauvignon. En ella encontramos la región vinícola más antigua: Auckland. Ubicada al noreste de la isla. Al sureste de la Bahía de Plenty se encuentra Gisborne,  que produce alrededor del 10% de la uva neozelandesa. Posee suelos aluviales de alto rendimiento y es, básicamente, una región productora de vinos blancos. Hawke's Bay, en la costa este de la isla del Norte, llega a producir el 20% de la uva. Es considerada como la mejor zona vinícola para el cultivo de las cepas nobles de Burdeos. En Wairarapa, al sur de la isla, encontramos un viñedo poco extendido, pero sus tintos de Pinot Noir tienen fama internacional. También se elaboran vinos blancos de Chardonnay, Sauvignon y Gewürztraminer.

    La isla sur es la más importante en términos vinícolas. Alcanza las 7.500 hectáreas de Sauvignon Blanc, la cepa que ha popularizado los vinos neozelandeses en todo el mundo. Allí se encuentra la región de Nelson, en la costa norte, donde dominan las variedades Chardonnay y Riesling. Marlborough, al sureste de Nelson, es la región vinícola más extensa e importante del país, así como la más próspera. Alberga el 50% de la superficie de viñedos de Nueva Zelanda y es la mayor región productora. Las condiciones climáticas son las más adecuadas para el cultivo de las variedades blancas: Müller-thurgau, Sauvignon, Chardonnay y Riesling. La Cabernet Sauvignon es la principal cepa tinta. Canterbury, cerca de la ciudad de Christchurch, está ubicada al este de la isla. La baja pluviosidad y los largos otoños con días calurosos y noches frescas favorecen el cultivo de la Chardonnay y la Riesling. Además, en esta región se elaboran exquisitos vinos con Pinot Noir. Y, por último, encontramos Central Otago, más al sur. Es la zona vinícola más meridional y la menos extensa, con el menor índice de pluviosidad de toda Nueva Zelanda.

    Ahora que ya lo sabes casi todo del vino neozelandés, ya sólo te falta probarlo. Durante todo el mes de octubre, en Bodega Santa Cecilia, celebramos la Feria Vinos del Mundo. Acércate y descubre los vinos más destacados de los diferentes rincones del mundo. Te sorprenderás.

  • Ahora le toca al vodka.

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    Parece que tras la fiebre del gin-tonic, el vodka ha comenzado a abrirse paso con fuerza en todas las barras del país. Destinado a ser el próximo Gran Descubrimiento de muchos españoles, su pasado no fue menos revolucionario. Tanto, que se dice que condicionó al joven príncipe Vladimir I a abrazar el cristianismo como religión, lo que pronto definiría el futuro religioso de Rusia. Y tiene sentido: la otra posibilidad era hacerse musulmán y no beber alcohol, lo que habría convertido en una pesadilla vivir en un país donde el frío te cala hasta los huesos. Y esa es también la razón de que, hoy en día, se estime un consumo medio de 68 botellas de vodka al año por cada ruso que viste y calza. Sí, lo beben como si fuera agua. Y, por el nombre, bien pudiera serlo porque vodka (agüita) viene de la palabra rusa voda, que significa agua.

    Puede elaborarse a partir de patatas, centeno, melaza, trigo y una gran variedad de frutos. El resultado es una bebida de alta graduación que, originalmente, era literalmente agua con alcohol, sin sabores ni olores apreciables, algo que más adelante fue cambiando y las técnicas de destilación permitieron atrapar y conservar aromas y matices exclusivos de cada variedad.

    Entre los extraordinarios vodkas que pronto nos empezarán a sonar, podemos encontrar el francés Ciroc que, a diferencia de los vodkas tradicionales elaborados con algún tipo de cereal o tubérculo, se obtiene de dos variedades de uvas blancas. El ruso Mamont, un Premium producto de 5 destilaciones de granos de trigo siberiano y agua de la montaña de Altai, filtrado en 5 ocasiones por carbón de abedul y plata y con nueces de cedro añadidas.  El danés Siku Ice Vodka, mezclado con el agua proveniente de un glaciar de 60.000 años de edad. El inglés W. Chase Potato Vodka, caracterizado por su producción 100% manual. O el polaco Belvedere Bloody Mary, que incluye tomate fresco, pimienta negra, rábano, chile, limón y apio destilados por separado para posteriormente ser cuidadosamente mezclados y crear un aroma totalmente natural y refrescante.

    Y esos son sólo unos pocos. Si el vodka continúa de moda, tendrás la oportunidad de probar muchos más.

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